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Hay muchos tipos de páginas web al igual que muchos tipos de publicaciones impresas, aunque no podemos encontrar una equivalencia total porque el concepto de internet es nuevo: no podemos encontrar algo análogo en nuestra historia pasada. Una diferencia clave radica en que las posibilidades de comunicación e interacción que tiene internet no las tienen las publicaciones impresas; por ello en esta analogía cuando hablemos de información en webs, debemos entender que englobamos a información escrita y procesos que admite la web (por ejemplo envío de formularios o compra de artículos). Teniendo esta limitación presente, en primer lugar vamos a hacer una primera clasificación basada en el volumen de información y periodicidad de actualización, que en nuestra analogía definiríamos de la siguiente manera:
Página web: conjunto de pantallas con un volumen de información-procesos limitados y cuya actualización no es diaria (pongamos por caso que se actualice una vez cada varias semanas o cada varios meses). Por ejemplo, la página web de la zapatería de tu barrio que contiene información sobre la dirección, teléfono, horarios, etc. del zapatero ó una página web de un botánico enamorado de las orquídeas y que va escribiendo y aportando información y fotografías sobre ellas. El equivalente en publicación impresa podría ser un folleto (pequeña página web), o un libro más o menos extenso (mediana o gran página web) del que se realizan ediciones cada cierto tiempo. Las páginas web podríamos clasificarlas como estáticas (siempre tienen la misma información), semi-estáticas (se actualizan con escasa frecuencia) o dinámicas (se actualizan con bastante frecuencia) en función de la periodicidad con que se actualicen.
Páginas web por entregas: conjunto de pantallas en las que se van publicando artículos por entregas, con una periodicidad variable. En esta categoría tendríamos los blogs (con artículos de opinión de las personas que los escriben). El equivalente en publicación impresa sería el de una publicación por fascículos: cada cierto tiempo nos llegaría a nuestra casa un fascículo que agregado a los anteriores completa una publicación (un libro, una enciclopedia, etc.).
Pequeño portal web: conjunto de pantallas con un volumen de información-procesos medio y cuya actualización es diaria. En publicación impresa su equivalente sería el de un periódico local. En este caso tendríamos a diversos pequeños portales y pequeñas redes sociales.
Gran portal web: conjunto de pantallas con un volumen de información-procesos muy alto y cuya actualización es diaria. En publicación impresa su equivalente sería el de un periódico nacional o internacional. En este caso tendríamos a elmundo.es ó yahoo.com, así como las grandes redes sociales (Facebook, Tuenti).
Buscadores web: servicios de búsqueda y enlace con información contenida en otros lugares. Vendría siendo equivalente a un “muchacho de los mandados” al que, estando en nuestra casa, mandáramos por ejemplo a buscarnos las revistas sobre fotografía que hubiera en los estancos de la ciudad. En este caso tendríamos a los buscadores como Google.
Esta clasificación constituye sólo una aproximación al mundo web, ya que muchísimas páginas no obedecen a un patrón único, y puede haber combinaciones de modelos.
Diremos que en general para construir páginas web, páginas web por entregas y pequeños portales web no hace falta saber programar. Existen programas que nos permiten publicar estas páginas sin necesidad de darle instrucciones directas al ordenador: algunos de estos programas son Homesite, Dreamweaver, Frontpage, etc. y en el caso de pequeños portales distintos CMS (gestores de contenidos). En nuestra equivalencia con publicaciones impresas, podríamos decir que para publicar el boletín de la asociación de vecinos de nuestro barrio podemos hacerlo sin tener conocimientos de edición-impresión. Nos basta con saber lo que queremos decir, escribirlo (por ejemplo en una máquina de escribir), ponerle una portada (por ejemplo hacemos un dibujo) y se lo damos a alguien que nos transforma lo que hemos escrito y dibujado en una publicación (por ejemplo la fotocopiadora de nuestro barrio, a la que le encargamos que nos haga 200 copias y nos las encuaderne).
Que se haya desarrollado sin conocimientos de programación no quiere decir que una página web sea mejor o peor: la calidad de la página web dependerá de la calidad de sus contenidos escritos (calidad de los textos) visuales (calidad del diseño gráfico) y de los procesos (buena estructuración, facilidad de uso, etc.). Por tanto con dedicación se pueden crear muy buenas páginas web sin necesidad de programación. Hay que tener en cuenta que si queremos páginas con muchos contenidos, aunque no haga falta programación, sí van a hacer falta personas que desarrollen los contenidos. No podemos pretender que una sola persona pueda “publicar una enciclopedia”.
Diremos que en general para construir medianos o grandes portales web y buscadores web hace falta programar. ¿El motivo? El volumen de información que se empieza a manejar y la complejidad de los procesos alcanza un tamaño que hace que las herramientas pensadas para pequeños desarrollos web no sean capaces de abarcar lo que se quiere realizar. Es como si pretendemos publicar una revista a todo color con una tirada de 40.000 ejemplares usando la fotocopiadora de nuestro barrio: no es viable, hacen falta más medios. Aquí entran en juego los programadores, desde uno o dos que puede tener una pequeña empresa hasta miles como puede tener una multinacional como Google. Los programadores, dotados de las herramientas adecuadas, pueden construir procesos más específicos y complejos de los que nos permite un programa habitual para desarrollos web, o bien crear procesos específicos para ejecutar dentro de un gestor de contenidos webs. Los grandes portales requieren no ya de programadores, sino de equipos amplios que pueden estar compuestos por decenas o cientos de personas en los que intervienen distintos tipos de profesionales: desde mandos directivos hasta jefes de proyecto, consultores, arquitectos de soluciones, gestores de redes, administradores de bases de datos, administradores de sistemas, analistas, programadores, etc. Y esto sin tener en cuenta la necesidad de otras decenas o cientos de personas si se requiere incluir y gestionar contenidos (artículos, noticias, etc.).
En resumen: no hace falta saber programar para publicar páginas web de calidad, pero hemos de ser conscientes de las limitaciones a que nos enfrentamos en base a las herramientas que utilicemos y por el número de personas que intervengan. Es frecuente que proyectos web fracasen debido a una mala previsión de las herramientas o número de personas que son necesarias para alcanzar un objetivo planteado.
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